lunes, 14 de marzo de 2011

Capítulo 15

Turismo Empresarial: ¡Bienvenidos!


Estrechamos manos, hubo abrazos,  risas, saltos. Todo aquello parecía muy emotivo, como si los polacos fueran nuestros hermanos reencontrándonos después de alguna guerra, estaban muy alegres. Sin embargo, Jorge se notaba confundido, acartonado. No lograba entender porqué había dos y no uno. Por su parte los polacos hablaban un español aceptable, habían estado antes en España, “negocios y veraneo” decían.
Sugirieron ir a desayunar algo. Tan pronto mencionaron eso, ya estábamos en la barra de un sitio frente a la estación.
“Yo señor Korkerkowy, por favor llamarme Przemek” dijo uno.
“Yo Józef, por favor  llamarme Józef. En Polonia, Józef significa Dios proveerá” dijo el otro.
“Józef, Pezmek, encantado. Me llamo Darío”
“No, no. Yo PRRRRZEMEK P-r-z-e-m-e-k. Significa Pensador Brillante. Diminutivo de Przemyslaw”
Detrás de la barra, un camarero soñoliento nos preguntó lo que deseábamos, aunque de comer sólo había pan dulce y  tortilla de patata.
“¡Torrrrtilla! ¿Para todos? ¡Para todos!” Dijo Józef.
“Y cerveza ¿para todos? ¡Para Todos!” Dijo Przemek
“¡Yo café! Para mí café, es muy temprano para una caña” Dijo Jorge mirándome con aire de reprobación. Aún era oscuro, iban a dar las siete de la mañana. Pero qué diablos, su reprobación me importaba un cuerno. Me bebí una cerveza, luego otra. Los polacos bebieron cuatro cada uno, argumentando la necesidad de entrar en calor. La conversación se puso muy alegre.
Respecto a porqué venían dos, los polacos dieron explicaciones las-que-fueran, seguidas de un “¿Será un problema?” y por supuesto que Jorge fingía que no era ningún problema, aunque ahora tenía que gastar más de lo esperado, pedir habitaciones y/o camas extras, solicitar la aprobación a su jefe y convencerlo de que no era su culpa sino de la oficina española en Polonia, o de quien fuera menos de él, y de paso quejarse por no haber sido enterado de esto. Seguro lo amenazarían con echarlo, pues era lo usual, pero le aprobarían los gastos, porque todo, t-o-d-o, corría por la cuenta de EXVAL, desde los vuelos hasta los canapés. Este era el esfuerzo del gobierno, de la Junta, por atraer inversión e impulsar las exportaciones. Claro, con el objetivo puesto en que la prensa difundiera ese esfuerzo.
Hacía un rato que el camarero había dejado la cuenta en la barra.
“¡Todo muy bueno, muy bueno! ¿Cómo iremos a las canteras, a ver esas piedras?” preguntó Józef.
“Hemos alquilado un coche, aquel azul que está allá” Dijo Jorge, señalando uno en el estacionamiento de la estación.
“Bueno, perfecto. ¡No perder más tiempo!” Dijo Przemek. Ambos polacos tomaron las maletas y nos fueron dejando atrás.
“¡Qué tíos! ¿Te has fijado, coño, te has fijado? ¡Ni la cuenta se han ofrecido a pagar!” Me decía Jorge agitando el papel que contenía nuestros consumos.
“Pero Jorge, no te das cuenta de que son nuestros invitados. Tenemos que pagar…” Le dije. Luego tomé mis maletas y le di la espalda para dirigirme al coche.
“Invitados ni de coña. Son compradores, clientes… empresarios carajo. ¡Invitados! ¿Qué idea es esa?” Refunfuñaba Jorge en la barra mientras pagaba la cuenta.