RESIGNACIÓN
Borja no volvía, ni al piso ni al mundo. El frío ya estaba siendo implacable y las cuentas de gas y luz lo serían aún más. Correr con todos los gastos resultaría imposible. No podía vivir así. Con seguridad moriría de frío, hambre o aburrimiento. Fue entonces que el instinto de sobrevivencia tomó el control y todo se fue al carajo, tomaría todos esos trabajos iguales que se anunciaban en días iguales. Comencé a caer bajo, bajísimo, a una velocidad inquietante.
Me puse mi traje gris y un abrigo. Necesitaba un paraguas porque afuera llovía, así que decidí tomar el de Borja. Pensé que lo tendría en su habitación. Nunca había entrado. Abrí la puerta, estaba oscuro y olía a rancio. Todo se encontraba tirado en el suelo, había monedas, ropa limpia y sucia, discos, condones, libros, cuadernos, ropa de mujer, lo que fuera. El paraguas estaba al lado de la cama, lo tomé y noté que las almohadas estaban ensangrentadas por las hemorragias nocturnas de quien tiene un tabique nasal destrozado. Sentí pena, pero, de nuevo, no había tiempo para ello. Tomé algunas monedas, muchas. Él no las necesitaría, por lo menos no ahora, y yo sí.
Me presenté el primero en aquella empresa“Timo's Marketing” para ser Agente de Relaciones Publicas, aunque ya sabía de lo que se trataba, no me dormirían con cuentos: Vender Tarjetas de Crédito, con todas sus letras, ¿se puede ser más canalla? La respuesta es SÍ, mucho más, pero yo apenas empezaba en esto. Me pagarían un mínimo más comisiones, pero el mínimo desaparecía al segundo mes, por supuesto. ¡Sanguijuelas! Y luego estaban los verdaderos ladrones: Los condenados bancos. Las tarjetas eran de Citibank y prestaba 3000 euros con una felicidad y una facilidad notables, pero con intereses altísimos, “¡eso no lo menciones, por ningún motivo metas lo de los intereses! Si te preguntan, lo dices, pero es mejor si puedes desviar el tema o evitarlo, maréalos un poco… Todo lo referente a eso ya viene en este documento que les debes dejar… aquí lo dice ¿alcanzas a ver las letritas? Tienes que traerme tres solicitudes como mínimo, ese es el OBJETIVO ¿de acuerdo?...,” me decía mi nuevo jefe, un tipo parecido a un jabalí, las mismas formas y el mismo ímpetu. La estafa al prójimo sería inevitable, que Dios me perdone.
Fui aceptado enseguida. Aceptan a cualquiera que tenga un traje y una corbata, que hablé medianamente el español y pueda afeitarse por las mañanas.
Primera parada: Segovia. Tiempo estimado de llegada: dos horas.
Íbamos en el coche de Pepe y él conducía. Le pagaban más por llevar coche, por supuesto. Éramos cuatro contándonos a María, Bea y a mí. Rondábamos los veinticinco años y para todos era un trabajo temporal, pero había quienes llevaban el año entero trabajando. En lo que estaban de acuerdo era en que resultaba fácil, había mucha libertad y en que se ganaba buen dinero.
La venta consistía en llenar los datos de la persona en una solicitud y la persona recibiría la tarjeta si era aprobada por el banco. A nosotros solamente nos pagaban por entregar la solicitud, si la persona era aprobada o si activaba la tarjeta nos importaba un pepino, a nosotros nos pagaban por solicitud. Pero no era fácil, había dos datos que eran muy difíciles de conseguir, incluso convenciendo al pobre diablo de que la tarjeta le convenía. Necesitábamos una foto del D.N.I (Documento Nacional de Identidad), que tomábamos porque “Timo's Marketing” nos había proporcionado una cámara, y necesitábamos también el número de cuenta bancaría que tuviera actualmente. Ahí la gente se echaba para atrás, desconfiaban ¡Carajo, y cómo no!
¿Es cierto lo que se dice sobre que nace un tonto cada minuto? bueno, la verdad era que nosotros íbamos a cazar a esos tontos… Y sí, es cierto lo que se dice.
El clima era inclemente y había mucho tráfico. No habíamos salido de Valladolid cuando Pepe encendió un porro, todo empezó a llenarse de humo mientras nos hablaba de que quería poner un bar, un sueño poco original para la región. En la radio oíamos los gritos quejumbrosos del Hip Hop español, algo así como que el sistema era una mierda y se venía la revolución, nada nuevo.. Bea nos hablaba de su nuevo novio: “Está estudiando en la universidad, ¿para qué carajos estudia?”. María nos mostró su nuevo tatuaje, un mensaje en árabe o japonés, no lo recuerdo, pero a ella parecía recordarle algo importante. Ahora en la radio gritaban: “¡¿Quieres que te coma las tetas!?” El horizonte era lluvia y neblina, había que resignarse.